24 septiembre, 2011

Las "castas" en la población colonial

Las "castas" o "cruzas" (mestizos, mulatos, castizos, etc.) representan las variedades de mezclas entre las tres etnias europea, indígenas y negros y sus descendientes, sobre la que se creó una sociedad colonial estratificada. La extensión del cristinanismo de la península fue empleada por el Imperio Español en América como justificación de la conquista de las antiguas civilizaciones indígenas. Así en las colonias españolas en América, se estableció un sistema de estratificación social que estableció roles y privilegios entre las personas.
El Imperio Español consideraba que entre los seres humanos un grupo de personas pertenecían a "razas puras" (blancos, indios y negros) y otros grupo eran "castas" o "cruzas", como resultado de la concepción entre personas de diferentes "razas puras". El régimen colonial buscaba desanimar el mestizaje, desvalorizando a la personas que eran "cruza" de razas puras.
Dentro de las "razas puras", la "raza blanca" se regía por normas distintas a la "raza indígena" y esta a su vez distinta a la "raza negra", pero a su vez más cohercitivas. Dentro de las "razas puras" también había distinciones con sus hijos nacidos en América, distiguendose los españoles peninsulares y canarios (nacidos en España) de los españoles americanos o criollos (hijos de españoles nacidos en América). De modo similar, el negro nacido en África lo era del negro criollo nacido en América.
Para las personas que eran "cruzas" o "castas" se estableció una detallada clasificación, con atribución de roles, derechos y obligaciones, creando denominaciones específicas para cada "cruza": "mestizo", "mulato", "ladino", "zambo", "cholo", "cuarterón", "chino", "osorio", "salto atrás", "tente en el aire", etc.
De este modo, por ejemplo, el castigo por un mismo delito variaba según la raza o casta a la que la persona pertenecía.
El historiador peruano Alberto Flores Galindo, con su obra Buscando un Inca: identidad y utopía en los Andes, fue uno de los primeros en teorizar sobre los procesos racistas en América Latina y unas raíces en el orden colonial, particularmente en el Perú.[6] Y. H. Yerushalmi ha señalado que la ideología de la limpieza de sangre constituye el primer antecedente del racismo moderno, utilizando el término de "protorracismo".[7] Por su parte, Cecil Roth "comparó esta doctrina con el antisemitismo racial del régimen nacionalsocialista", asimilándolas,[8] [9] para luego retractarse debido a las diferencias entre el "antisemitismo racial" español descripto por Roth y el "antisemitismo nazi".[5] [10] Max Sebastián Hering Torres publicó en 2006 en alemán, el libro Rassismus in der Vormoderne. Die 'Reinheit des blutes' in Spanien der Frühen Neuzeit (El racismo en la premodernidad. La limpieza de sangre en la España de la temprana Edad Media), donde analiza la persecución de los judíos en España por medio del principio de la limpieza de sangre desde 1391 a 1674. "Hering concluye que el sistema de la limpieza de sangre puede designarse como «antijudaísmo racial»: es racista porque cumple una función de marginación similar a la moderna, y antijudía porque su fundamentación teológico-aristotélica pertenece a una tradición anterior a la Edad Moderna".[11] Zandra Pedraza Gómez destaca el hecho de que Hering no analiza "la práctica y las representaciones de este ideario en las colonias españolas, donde la limpieza de sangre junto con otros argumentos antropológicos se empleó tempranamente para juzgar las diferencias de los grupos indígenas, ordenar su catequización, disponer de su mano de obra y controlar a la creciente población mestiza y criolla", proponiendo la necesidad de profundizar el estudio en ese sentido, debido al papel primordial jugado por el racismo en el surgimiento de un sistema mundial capitalista y colonialista.[11]
En las colonias españolas en América, el mestizaje fue un proceso paradójico, prohibido y al mismo tiempo masivo. Pese a la prohibición y a las consecuencias legales negativas, los varones españoles solían mantener relaciones sexuales irregulares con las indias encomendadas y las esclavas africanas, a la vez que varones y mujeres indígenas, afroamericanos y mestizos, mantenían relaciones sexuales entre sí.[12] En muchos casos las "cruzas" se ocultaban y se registraban a los niños como "criollos". Muchas veces para los indígenas y negros, el mestizaje era un modo de acceder a una situación social a la que sus hijos nunca hubieran podido acceder debido a su clasificación racial.
El sistema de castas pretendió imponer en las colonias de España un orden estratificado, basado en la fragmentación étnica de la población. En la práctica, se formó una sociedad caracterizada por una gran separación de una aristocracia blanca española (pensinulares y criollos), y el resto de la población que se relacionó masivamente mediante matrimonios mixtos, en busca de mejorar su situación social. Mientras el prejuicio socio-racial de la aristocracia española fue en aumento, el resto de la población multiplicó las relaciones interétnicas y tendió a desconocer las rígidas clasificaciones del sistema español de castas, para ubicarse generalizadamente en la casta de los "mestizos" -donde eran mayoría-, sin importar cual hubiera sido la pertenencia étnica de sus antepasados. De este modo se produjo un proceso de amalgamación de la población colonial, integrada por tipos humanos relativamente uniformes en costumbres, ideas y estatus social, hasta hacer colapsar el sistema de castas colonial en razón del mismo mestizaje.[13]

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